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Ser abogado generalista o especialista y sus ventajas e inconvenientes es uno de los debates más analizados y reflexionados del sector, y uno de los que más dependen de su coyuntura económica.
¿De donde viene este dilema?
Cuando iniciaste tu actividad en tu despacho de abogados hace ya mucho tiempo, seguro que te hiciste la siguiente pregunta: ¿Es conveniente dedicarte de forma especializada a un área de servicio concreto o, por el contrario trabajar como un despacho generalista y “tocar” varias áreas de actuación? Esta reflexión seguro que te llevó mucho tiempo y probablemente a estas alturas no hayas llegado a una respuesta concreta.
En este artículo intentaremos reflexionar sobre este aspecto que, sin duda, en estos tiempos de crisis cobra más importancia y constituye un elemento clave para revisar muchas de las estrategias sobre las que trabajan muchos despachos de abogados y probablemente el tuyo.
Es interesante en este punto tomar la referencia de la década pasada donde algunos estudiosos de esta cuestión se mostraban proclives a entender que los abogados generalistas debían abundar en el caso de pequeños despachos (1 o 2 abogados) así como aquellos que tuvieran como clientes a empresas pequeñas.
¿Y cuál es la situación actual?
Luego llegó la crisis y esto provocó que muchos abogados que estaban especializados en un área temática concreta se volvieran más flexibles a la hora de aceptar casos y encargos que no trataban de lo que originariamente se dedicaban.
En la actualidad, estamos asistiendo a un cambio de modelo de las relaciones entre el abogado y los clientes, así como una evolución en las necesidades de estos.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el proceso que están viviendo muchos despachos cuyo elemento a evolucionar no es el área temática al que dedicarse sino el grado de optimización de costes existente actualmente, empujado por la sucesiva reducción de precios que está teniendo lugar en el mercado actual. A partir de aquí observamos reflexiones cada vez más habituales sobre la necesidad que tienen los despachos de conseguir crear servicios cada vez más automatizados y de bajo coste, verdaderos commodities jurídicas, y terminar de cubrir su oferta.
Todo esto conlleva que más que una decisión sobre a qué se debe dedicar un despacho de abogados desde el punto de vista de la temática a abordar, el despacho se debería plantear, como debe ser su modelo de negocio en un sector que está evolucionando tanto como es el jurídico.
Para ello el despacho deberá acometer un proceso reflexivo donde podemos dar las siguientes recomendaciones:
Encontrar un nicho.
Basándonos en criterios de segmentación y en el análisis de nuestras propias capacidades, el despacho deberá encontrar aquel grupo de clientes al que se quiera o pueda dirigir, y también deberá encontrar aquellas actividades que pueda ofrecer de acuerdo a sus capacidades reales.
Este nicho o grupo estará compuesto por clientes de requisitos homogéneos que determinará nuestra estrategia. Pero hay que tener en cuenta que ese nicho de clientes será muy importante porque, entre otras cosas se convertirá en el destinatario del mensaje claro que debamos lanzar para explicar de una forma sencilla y clara a qué nos dedicamos en el despacho.
Posicionarse como experto en esa materia jurídica (no sólo parecerlo sino serlo).
El despacho deberá acometer un Plan compuesto de actividades que permita a su mercado objetivo pensar en ese despacho como solución más adecuada para cubrir sus posibles necesidades. En otro post analizaremos de una forma más detallada como debería desarrollarse ese proceso de posicionamiento en un despacho de abogados.
Diseñar una estrategia de mejora continua.
Este es un proceso lento ya que el posicionamiento que el despacho vaya a realizar será algo que nunca terminará; más aún, todas aquellas actividades que comprendan dicho posicionamiento, deberán ir evolucionando e introduciendo elementos de innovación que serán básicos. Ej: Nuevas actividades de relaciones públicas, nuevos servicios que nos sirvan para asentar dicho posicionamiento, otras actividades de fidelización, etc.
A pesar de estas indicaciones, no existe una respuesta tajante; tanto la alternativa del abogado especialista como la del abogado generalista, tiene sus ventajas e inconvenientes. En este caso lo verdaderamente importante es ser consciente de ello y sobre todo ser capaz de asumir el riesgo.
¿Tú que piensas? ¿Cuál crees que es la mejor estrategia?
Puedes dejarnos un comentario con tu opinión, de esta forma podrás participar en este interesante debate.
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